Wamba, consciente de las dificultades por las que atravesaba el Reino, rehusó aceptar la Corona, alegando que lo avanzado de su edad y la debilidad de sus fuerzas no le permitían ocupar el trono. Entonces, uno de los nobles con la espada desenvainada, se le acercó y con una actitud amenazadora, le dijo que, si no aceptaba el Trono, allí mismo sería ejecutado. Wamba, temeroso de que cumpliera la amenaza, terminó por aceptar. El 19 de septiembre, en la iglesia de San Pedro y San Pablo de Toledo, fue ungido por el metropolitano Quirico.
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