En el año 1983, hace una eternidad para los milenials, el mundo albergaba casi 50.000 cabezas nucleares, casi todas norteamericanas y soviéticas. Ambas superpotencias tenían enfilado al enemigo, listos para convertirlo en un desierto radiactivo en treinta minutos. Nadie se atrevía a pulsar el botón porque cualquier ataque preventivo, por poderoso que fuese, dejaría al adversario con suficiente armamento para un contraataque devastador, pero la posibilidad de que la Humanidad retrocediese hasta la edad de piedra era más real que nunca.
|
etiquetas: armamento nuclear