El candidato joven de un partido joven de la viejísima derecha española se traslada a Venezuela para hablar de derechos humanos y hacer campaña política a favor de si mismo y de las derechas golpistas y violentas de América Latina, aliadas a las derechas europeas cuando no financiadas y sostenidas por ellas. El joven candidato –Alberto Rivera- es un producto realmente notable. Bien comido, bien vestido, educado para las cámaras de televisión, tiene la retórica del vendedor de estampitas, o peor aún del vendedor de productos caducados.
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