Vivimos en la época del rídiculo y el descaro absoluto. Ya nada sorprende, todo forma parte de un continuum en el que básicamente los que están al mando se rien a carcajadas del populacho, y vean como la pauta se repite desde la Jefatura del Estado hasta el policía más chusquero que se cree un catedrático (y tiene sueldo a la par). En este contexto, y no en otro, se enmarca el recital de Alejandro Sanz de hace una semana.
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