Nuestras abuelas lo hacían. También nuestras madres. Bajar al mercado a diario formaba parte de las rutinas de su día a día. No se salía del barrio, todo se adquiría en la panadería de Rosario, en la pescadería de Pepe y en el ultramarinos de Damián. Luego llegaron las grandes superficies y nos olvidamos de ellos. Pero el estado de alarma y el confinamiento nos han obligado a recurrir de nuevo a los mercados de barrio. Y volvimos a reencontrarnos con la panadería de Rosario, con la pescadería de Pepe y con el ultramarinos de Damián.
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