En las últimas décadas, la población rural en España ha descendido dramáticamente. Este fenómeno comenzó a cobrar fuerza a mediados de los años 50, con un éxodo rural que ha desembocado en un enorme crecimiento de las áreas urbanas y las grandes ciudades del país. Si bien es cierto que en estas urbes los salarios medios son más elevados y la posibilidad de encontrar trabajo es superior, también se enfrentan a una serie de obstáculos derivados de la rápida concentración de la población que suponen una amenaza significativa para la vida.
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