Vivimos en una sociedad que ensalza los celos. Ser un poco celoso se considera normal cuando no positivo (“si no te cela es porque no te quiere”): la gente sólo empieza a rechazarlos cuando el control y la paranoia pasan de unos determinados niveles delimitados de forma arbitraria, y aun así no se rechaza tanto la existencia de los celos como las desproporcionadas reacciones del celoso. Hay que empezar por rechazar la premisa: los celos no son buenos, son malos. Son, según la RAE, el recelo de que “la persona amada haya mudado o mude su cariño”
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