Estando ya a más de 8 km del blanco, un grupo kamikaze debía dispersarse para que los aviones pudiesen realizar sus ataques desde tantas direcciones, niveles y ángulos como fuese posible –de nuevo para presentar la máxima dificultad para las defensas antiaéreas. Los blancos se elegían por orden de preferencia: portaaviones, acorazados, cruceros y transportes; de hecho, los kamikaze mostraban una tendencia a concentrarse en torno al buque más grande de cualquier formación. También hacían otro tanto sobre el primer navío dañado.
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