¿Se imaginan que la gente entrase de noche en el Museo del Prado y se llevase los cuadros para colgarlos en su salón? Impensable, ¿verdad? Pues eso es lo que está pasando en Doñana desde hace más de diez años. Agricultores ilegales que entran de noche en un monte público, se lían a cortar pinos, pinchan el acuífero con un pozo y se montan un cultivo de fresas sin que nadie diga nada.
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