En ocasiones me sorprende la forma en la que nombres propios de la cultura de este país hablan del IVA cultural. Si bien ese gravamen del 21% nació del revanchismo, del odio irracional hacia un sector crítico y reivindicativo, del cuestionable poder de un Gobierno para castigar a aquellos ciudadanos que no les proporcionan votos, me llama la atención que se hable del impuesto como si fuese el principio y fin de todos nuestros males. Pues no… Hay muchos más que dejan raquítico, muy raquítico, nuestro sector cultural.
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