Ayuso permanece incólume en medio de ese festival de billetes y mierda, inmune a la corrupción de un entorno familiar y personal que se hizo de oro mientras sus compatriotas agonizaban por millares. A Cristina Cifuentes tuvieron que dimitirla a la fuerza, desde sus propias filas, filtrando un video donde se la veía en los quehaceres propios de un dirigente del PP. Ayuso, de momento, sigue nadando tan tranquila en medio de una piscina de detritus: Esther Williams entre cocodrilos. A ver si al final el novio va a ser de Bildu.
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