A la Sareb solo le quedan seis años y medio para desprenderse de todos los suelos e inmuebles que tiene en su poder, heredados de las quebradas cajas de ahorro españolas. Ese es el plazo oficial dispuesto para conseguir disolver el bautizado como «banco malo», que nació con el objetivo de recuperar el dinero de los contribuyentes gastado en el rescate de las entidades. ¿Cómo? Vendiendo los activos inmobiliarios embargados. La gestión ha sido un fiasco.
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