Moon sufría los problemas de alimentación conocidos por muchos dueños de gatos: sacaba a golpes la comida de su tazón antes de comerla. Algunos días lucía aterrorizado incluso de acercarse a su plato de comida. La dueña de Moon, Cheryl Anne Gardner, buscó en internet y halló la posible causa: fatiga de bigotes. En cuanto sustituyó el plato de Moon por uno más ancho y menos hondo —sin bordes ni lados que rozaran sus sensibles bigotes— tanto Moon como su otro gato, Rupert, estuvieron más contentos a la hora de la comida.
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