Las clínicas que practican abortos o remiten a sus pacientes a lugares donde los hacen perderían cualquier ayuda federal de aprobarse el plan propuesto por la administración estadounidense de Donald Trump. La norma es una prioridad para los conservadores y es la última medida del presidente Trump para imponer límites al aborto. La política sería un retorno a la instituida en 1988 por Ronald Reagan que requería que las clínicas de aborto tuvieran una "separación física" y "personal separado" de otras actividades de planificación familiar.
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