El cotilleo tuvo una función adaptativa. Al menos así fue para nuestros ascendentes más lejanos. Según el antropólogo Robin Dunbar el cotilleo contribuyó a nuestra supervivencia y nos hizo más listos, esto es, en un momento clave desde un punto de vista evolutivo, en el que sobrevivir dependía de la cohesión del grupo para hacer frente a los depredadores y a la propia naturaleza, con la murmuración se establecieron una serie de mecanismos para que ‘la manada’ supiera en quién podía confiar y en quién no. Sócrates usó un triple filtro para...
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