Los cacos, en ambos casos, entregaron un billete de 100 para pagar algo que costaba menos de dos euros. Diversas manipulaciones con el cambio, y el uso de un compinche, consiguieron confundir a la camarera para que perdiera la cuenta y, tras varios intercambios de billetes y monedas, terminara con 50 euros menos en la caja. Relacionada:
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