Los mashco-piro aparecieron de pronto en los senderos que reptan por esta hermosa aldea boscosa, armados con flechas de bambú de dos metros de largo, con puntas afiladas como cuchillos. Las sigilosas visitas continuaron. Ollas y machetes desaparecían de los apartados grupos de casas de madera elevadas, ocultos en la selva amazónica como a media hora de marcha del río Alto Madre. Después de años de interacciones esporádicas –y a veces mortales- con los pueblos del río Alto Madre de Dios, un clan mashco-piro aumenta el contacto repentinamente.
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