Dejarlo apartado en un rincón de la memoria ha servido a Rosa María García de artimaña contra los vaivenes del pasado. Recuerda con absoluta claridad lo que ocurrió la noche del 24 de agosto de 1975, cuando, con 19 años y un futuro como médica por delante, le empezó a cambiar la vida. "Creo que es lo que solemos hacer todos, dejarlo aparcado. Contarlo es duro, pero también es como un peso que te quitas de encima y alguien tiene que hacerlo. Supongo que pasará el tiempo y volverá al lugar de la memoria en el que tiene que estar".
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