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“Al torero en su cogida”, por Julio Ortega

Lo cierto es que se me antoja un instante terrible aquel en el que el cuerno del toro desaparece en tu ingle o se hunde en tu rostro desencajado. Igual de espantoso, torero capaz de sentir miedo y dolor, que el de tu espada ensartada en el animal hasta la empuñadura mientras el acero le atraviesa piel, músculos, nervios y vísceras. Él, para su desgracia en un mundo donde la reacciones humanas son la única medida, no sabe gritar, pero está tan dotado como tú, mamífero vestido de luces, para experimentar angustia física y psíquica.

| etiquetas: torero , cogida

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