Por el Resbaladero de Lunada bajaban troncos para fundir hierro con el que luego se fabricaban cañones. Los mejores de su tiempo, dicen. Esta es la historia de un lugar olvidado. Jan Curtius (o Juan de Corte, depende dónde leas) se desplazó hasta este rincón de Cantabria para continuar con el negocio familiar, ese que había dado fama y riqueza a los Curtius en Flandes. Fundiciones. Escogió el pequeño concejo de Liérganes, a poquitos kilómetros de La Cavada. Razones de peso. Que si estaba a orillas del Miera, que es río bullanguero y de aguas...
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