El hecho de que los archivos históricos, las bibliotecas, los museos, los talleres de escritura e incluso los monasterios conserven actualmente los manuscritos medievales no es solo una cuestión de héroes o personas comunes que pasaron la molestia de salvarlos, transmitiéndolos de una generación a la siguiente, o quien los escondió para que no fueran destruidos. Los materiales utilizados para escribir y dibujar en papel eran cruciales para que los textos escritos que se conservan puedan leerse, traducirse e interpretarse en la actualidad.
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