"Proteger el patrimonio de la humanidad equivale a proteger la humanidad misma, la historia, el arte, la belleza. Por eso, cuando un museo por ejemplo es amenazado, todos nos sentimos heridos, pues formamos parte de la misma familia humana", ha señalado el ministro anfitrión, Dario Franceschini.
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Es de un ombligocentrismo profundo dar tal importancia a Venecia o la Estatua de la Libertad que, curiosamente, son perfectas representaciones del turismo desmedido y de la podredumbre gregaria que nos ha traído hasta aquí.
Preferiría poder ver un glaciar dentro de 50 años en lugar de hacer turismo por esas construcciones tan humanas, tan humanas como la incultura y su incapacidad para proteger el medio natural.
Barato me parecería perder solo esas efímeras chabolas.