El 20 de julio, después de un fallido intento golpista, Turquía imponía un estado de emergencia que por ahora se mantiene. En estos tres meses, numerosos científicos han sido despedidos o llamados a volver del extranjero. Mientras que las autoridades turcas defienden estas actuaciones por sus conexiones con el levantamiento militar, la comunidad científica denuncia una purga excesiva, que puede hacer tambalear el avance en I+D de los últimos años.
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