Hoy ya es posible que las personas procedan a la apropiación social de las tecnologías que permiten la captación, transformación y uso de las energías renovables. Pero ¿estarán las sociedades humanas actuales a la altura del reto que tienen ante sí? Estoy convencido que las subastas, por más que las califiquen como ‘competitivas’ y tecnológicamente ‘neutrales’, nunca nos ayudaran a abrir la puerta de la democracia energética en nuestro país, más bien la impedirán.
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