Para muchos masajistas, que un cliente "se pase de la raya" es un problema con el que tienen que lidiar con resignación como parte de su trabajo. El acoso sexual es una rutina que desde las academias les enseñan a evitar, aunque con escasos resultados. De manera más sutil, afrontan insinuaciones y proposiciones indecentes, pero también tocamientos y hasta intentos de violación en los casos más graves.
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