La imagen estereotipada que una parte de la población española tiene de Portugal podría resumirse de la siguiente forma: ese vecino simpático e 'inferior' en términos económicos (es verdad que tiene una renta per cápita algo más baja), al que acudíamos (sobre todo los ciudadanos de la Raya o frontera) hasta no hace mucho para comprar toallas y café barato, y que ahora visitamos de forma masiva durante nuestras vacaciones para disfrutar de su gastronomía (bacalao en todas sus formas posibles, francesinhas…), belleza y precios asequibles.
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