Las investigaciones acumuladas sugieren que los seres humanos, como especie, somos propensos a ser físicamente perezosos, con una inclinación cableada a evitar la actividad no necesaria para la supervivencia. El impulso natural de ahorrar energía determina el comportamiento de los animales, incluido el nuestro, y podría tener implicaciones para la salud y el control del peso. Estar inactivo es más problemático ahora, con comida por todas partes. Esta tendencia ha resultado ser muy similar a las pautas de vida natural de los osos pardos.
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