En 1986 desaparecieron de nuestro país los serenos, esos seres de la noche sobre los que, al menos en mi imaginario, confluyen las historias de fantasmas con las del delator. A las evocadoras representaciones pictóricas de estos vigilantes de la oscuridad, envueltos en frío y madrugadas y secretos cual almas de la Santa Compaña, se suman las anécdotas y leyendas fraguadas en la dictadura, donde no sólo vigilaban que no hubiera robos y peleas, sino que también velaban por la moral, tan propicia a tornarse licenciosa cuando el sol se va...
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