No es necesario decir que a los jefazos del estado de seguridad nacional no les hicieron nada felices las revelaciones de Edward Snowden. Aun así, en el último año, los comentarios de esos personajes, los políticos asociados con ellos y los retirados de ese mundillo que dieron expresión a sus sentimientos tuvieron una calidad sorprendente: vituperación por todo lo alto. Lo más bonito que cualquiera de esas personas tenían para decir sobre Snowden fue “es un traidor” o –resabios de los tiempos de la Guerra Fría […].
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