Recibió el alta tres veces en las 48 horas previas a su muerte. Tenía dos años y ocho meses. Las idas y venidas a urgencias no sirvieron para evitar que Claudia falleciera a causa de una septicemia que no le fue detectada. «Por si me servía de consuelo, me dijo que, si se hubiese salvado, me habría llevado la cabeza y el tronco, porque había que amputarle las piernas y los brazos. Pero esa cabeza y ese tronco eran mi hija, la hubiera seguido queriendo igual, hubiese pagado una prótesis... Habría hecho lo imposible», concluye.