Darío, escritor aficionado, dominador de una efectiva técnica apoyada en su erudición sintáctica, imaginativo pero indeciso, enamoradizo en su vertiente más platónica, por lo tanto solterón, y fumador, se hallaba plantado, junto al monolito de aluminio en forma curvada con lámina transparente antivandálica que señalaba la parada del autobús de línea para fumadores, esperando... A unos diez metros, aproximadamente, a su derecha se situaba otro monolito, similar al antes descrito, que señalaba la parada del autobús de línea para no fumadores, y,