Son el cénit del videojuego. Como en el cine, en la música o en la literatura, los videojuegos también viven de esa pequeña mitología construida a lo largo de los años a través de fragmentos inolvidables. Ya sea por derrochar épica, por plasmar con gran precisión el resultado de una batalla o por arrancar de nuestras tripas a algún personaje querido,más de una vez nos hemos quedado pasmados frente a la pantalla, sin lágrimas en los ojos, la piel de gallina y el mundo a punto de venirse abajo.