Marcela y Elisa protagonizaron algo insólito en la España del siglo XX: dos mujeres casándose por la Iglesia. Aunque para ello, Elisa tuvo que vestirse de hombre y convertirse en Mario. El desenlace es sabido: las pillaron. Y por ello fueron perseguidas, humilladas y ridiculizadas en su pueblo, Dumbria, de poco más de 5.000 habitantes, y también menospreciadas por la prensa gallega y madrileña. "Un matrimonio sin hombre", tituló La Voz de Galicia un artículo en el que se descubría la verdadera naturaleza del matrimonio.