Antes de la Primera Guerra Mundial, Rusia poseía la tercera reserva de oro más grande del mundo, situándose sólo por detrás de los EE.UU. y Francia. Un tesoro magnífico que se encontraba custodiado en San Petersburgo. Sin embargo, el estallido de la guerra aconsejó trasladarlo al interior de país y no dejarlo expuesto tan cerca de la frontera occidental de Rusia. Así, 500 toneladas de oro, fueron trasladadas a la ciudad de Kazán, una gran ciudad comercial conectada con el famoso tren Transiberiano, situada a unos 640 km al este de Moscú.