El líder progresista, que siempre fue un duro crítico de las privatizaciones y en especial de la venta del control del gigante eléctrico brasileño, afirmó que pese a poseer aún el 40 % de las acciones de la empresa, el Gobierno quedó en desventaja frente a los otros accionistas como consecuencia de un contrato “leonino”. Calificó la privatización de Eletrobras, la mayor empresa eléctrica de América Latina, como una maniobra “maquiavélica” y, aunque descartó que el Estado vuelva a comprar el control, dijo que pedirá una revisión del contrato.