La justicia ha dado la razón a los vecinos de Ribadulla. El Obispado, todavía no. La misa era la moneda de cambio que el Obispado puso al terreno del campo da festa, propiedad de los habitantes de la parroquia desde hace 41 años. El "chantaje", como denuncian los lugareños, no fue la única maniobra de la Diócesis. En abril, intentó poner la finca a nombre de la Iglesia, pero los vecinos recurrieron ante un tribunal de Hacienda. Finalmente, la justicia frenó los planes del Obispado.