La defensa judicial de Jamal Zougam, el primer detenido del 11-M, capturado dos días después de la matanza y uno de los presuntos ejecutores vivos del atentado, encierra un rocambolesco episodio. Ha llegado al juicio con un abogado sensible a las teorías de la conspiración, nombrado hace pocas semanas, que al parecer él no buscó y tras renunciar al anterior alegando falta de fondos y anunciando que pediría uno de oficio que, en realidad, le duró unos pocos días.