Las mariantonietas en su corte de criadas malpagadas, “damas” instintivamente peroxidadas, laboriosamente pilateadas, masajeadas, yogaficadas, guorcauteadas, tetasiliconeadas, trompabotoxeadas, totalmente victoriasicreteadas y guccichiadas, retacando juanetes en sus zapatitos de cristal, tintineando la saliva portátil de sus joyas, el fulgor de sus tans, yogasudantes, koanmeditantes, arteparlantes. (...) En los países en los que ya no hay nada que robar –decía Wolinski– es donde más abundan los ladrones.