Vetusta, la urbe ficticia donde tiene lugar la acción de La Regenta, no es más que un trasunto de Oviedo y de la sociedad hipócrita y perezosa que Clarín disecciona párrafo por párrafo. Los chismorreos, las envidias, las miserias, las corruptelas, las rencillas: todo el lamentable microcosmos de esa pequeña ciudad de provincias, maledicente y mediocre hasta las trancas, aparece analizado en esas páginas con una energía y una profundidad asombrosas, hasta el punto de que a Clarín nunca le perdonaron el retrato.