Los que ya lo han probado aseguran que no tiene nada que ver con lo que conocemos. Su sabor no es amargo, como el chocolate tradicional, sino ácido y afrutado. Pero lo más llamativo y atractivo es su color rosado, -que está causando furor-, obtenido de manera natural gracias a los pigmentos propios del cacao sin fermentar. Parece que solo ciertos tipos de grano de cacao contienen, en distintos grados, los elementos vinculados a esta particular forma natural de color y sabor. Se encuentran en Costa de Marfil, Ecuador y algunas zonas de Brasil.