Al presidente del Tribunal Supremo y del Consejo del Poder Judicial, Carlos Dívar, sus colegas le ven "muy solo y noqueado". Salvo el grupo de vocales que lidera Margarita Robles, que maquina sin tregua para forzar su dimisión, la gran mayoría de consejeros, progresistas y conservadores, tratan de sosternerle, pero no porque crean a pie juntillas en él, sino porque piensan que con España al borde del colapso económico, su caída ahora perjudicaría todavía más la maltrecha imagen exterior del país. Casi nadie descarta que la presión pueda guiarle