Se llamaba Alfonso Graña Cortizo. Procedente de la aldea orensana de Amiudal, emigró en 1898 a Brasil y desde allí al Amazonas peruano. Fue buscador de oro, cauchero, posadero, buhonero y, a lo último, dueño y señor de una extensión similar a la de Andalucía y Castilla la Mancha, poblada por la etnia jíbara. Víctor de la Serna, no sin cierta razón, le bautizó como Alfonso I, rey de la Amazonía