Si algo desvirtúa y ahueca las palabras, vaciándolas de significado, es la estupidez de quienes abusan de ellas [...] Un ejemplo, entre muchos, es la palabra fascista; que, de aludir al movimiento nacionalista surgido en Italia después de la Primera Guerra Mundial, con su encarnación hispana en el falangismo y otras tendencias hermanas, pasó a definir durante la Guerra Civil, en boca de la izquierda radical, al bando nacional e incluso a los republicanos moderados.