Pocas películas, pocos juegos son adultos en el sentido amplio de la palabra. Se cuentan con los dedos de las manos los que tratan al espectador con respeto, haciendole pensar con una historia que no es un pastiche de filosofías mal traidas para maquillar un argumento pueril. 'Deus ex: Revolutions' es una de esas excepciones. Más allá de la acción, el juego plantea en su universo 'ciberpunk' algunos dilemas morales reales dignos de las novelas de William Gibson, Isaac Asimov, Philip K. Dick o H. G. Wells.