La verdad es que parece irónico, pero la conjunción de dos de las palabras que podrían aparecer como las dos más soporíferas de todas cuantas hay, banco y alemán, ofrece de todo menos aburrimiento. Así, cada pocos días de este verano, también del anterior y del anterior a ese anterior y así podríamos seguir, Deutsche Bank parece destinado a atraer la atención mediática: un ere, de los de caja de cartón y no vuelvas, que mando a la calle a 18.000 trabajadores. Unas cuentas con pérdidas por 3.190 millones.