¡Cu-cu, cu-cu, cu-cu, cu-cu, cu-cu, cu-cu! A la seis en punto de la tarde, cuando cesa el canto del cuco que preside la librería de El Dragón Lector, multitud de padres y niños de todas las edades se queda prácticamente en silencio, aguardando a que Pilar, la librera, dé el pistoletazo de salida a una tarde llena de magia.