Shana Alexander, la periodista de la revista Life, decidió llamarlo “Comité de Dios”; una etiqueta sin duda feliz. Se trataba del órgano compuesto por vecinos de la zona y médicos que decidía quién recibiría hemodiálisis en el Artificial Kidney Center de Seattle. Entre los criterios para la asignación se tenían en cuenta cosas tales como estar casado o tener hijos, las opciones de volver a contraer matrimonio o el “buen carácter”, medible mediante el compromiso activo con la parroquia, la dirección de un grupo de Boy-Scouts o el trabajo.