Aunque a esos 62 milmillonarios les arrebatáramos su patrimonio (es decir, nacionalizáramos Apple, Google, Amazon, Microsoft, Inditex, Wal Mart, etc.) y redistribuyéramos tales propiedades entre los 2.400 millones de personas pobres, el patrimonio de cada una de éstas apenas crecería en 730 dólares (y ello suponiendo que, tras la nacionalización y el reparto de esas compañías, su valor bursátil no se desplomara a una facción del actual). En otras palabras, la tragedia del mundo actual no es que unos pocos son muy ricos.