El otro día me contaron la historia de un chico que, aprovechando que Madrid pasaba a fase 1, iba a poder ver a su madre por primera vez después del fallecimiento de su padre por coronavirus. Ni se había podido despedir de él ni había podido acompañar a su madre. Me preguntaba qué pensaría camino de casa, en este final de mayo que parece 'ferragosto', cuando mientras la mayoría de la gente hacía cola para capturar una terraza, él salía a la calle para darle un pésame postergado a su madre. Lógicas que se cruzan, asimetrías terribles.