No quedó rastro del famoso sombrerito que lucía la primera dama, pero lo aterrador es que el cerebro reventado del presidente de EE UU también desapareció misteriosamente del hospital donde se le practicó la autopsia. La CIA mintió, el FBI mintió, se quemaron, extraviaron y ocultaron datos y documentación fundamentales para el caso y la verdad (y por tanto la justicia) sobre el asesinato, el 22 de noviembre de 1963, de JFK quedó sepultada.